26 febrero 2008

Adiós, amigo

Como dice la canción "algo se muere en el alma cuando un amigo se va", y tan cierto es, como que al irse, se ha llevado consigo parte de nuestra vida, porque ya no nos molestará su colchoneta al entrar en casa... porque ya no nos ladrará al oir los coches llegar, porque ya no nos mirará con sus ojitos negros y su cara de buenazo.... porque ya no está....


Gracias, Tarco, por estos 12 años de vida que nos has hecho disfrutar a tu lado, gracias por enseñarnos lo que es el amor incondicional, gracias por dejarnos compartir tus dias y tus noches, porque no fuimos nosotros quienes te regalamos una vida, fuiste tú quien nos entregó la suya haciendonos el regalo más grande que un ser vivo puede dar a otro.
Gracias, amigo, nunca te olvidaremos

14 febrero 2008

Feliz San Valentín

Un bar medio vacío, dos personas, en una mesa charlan animadamente, ríen, se cuentan cosas, hablan y hablan sin parar, se vuelven a reir, hacen gestos de complicidad, a veces más serios, otras más divertidos.

Un par de cervezas, la música del lugar es buena, a ratos interrumpen su conversación para hacer comentarios sobre el tema que suena o incluso cantar algún trozo de Sabina, de Maná... y vuelven a enfrascarse en su conversación, probablemente intrascendente (o quizá sumamente trascendental para sus vidas), pero por la intensidad de las miradas (nunca dejaban de mirarse fijamente a los ojos) y por los ademanes tristes de ella o de impotencia de él, parece más bien una diatriba de enamorados. O quizá sólo sean un par de amigos que hace tiempo que no se ven y se cuentan sus novedades, buenas y malas...

Quizá así fuera, quizá no, podían ser pareja, encajaban a la perfección, pero también podían ser hermanos dada la compenetración de gestos, aunque se notaba cierta tristeza en ambos. Podían ser cualquier cosa, amigos, hermanos, pareja... al fin y al cabo sólo dos personas en un bar charlando, y sin embargo a pesar de que el bar se fue llenando poco a poco, para ellos parecía no existir más que el rincón en el que estaban sentados uno frente al otro.

Salieron del bar, les seguí con la mirada hasta que se metieron en un coche en la acera de enfrente, echando carreras y dándose empujones como niños, jamás sabré cuál es la verdadera historia de esas dos personas, ni la relación que les une, pero eran felices, como si estuvieran en una realidad paralela, pues la noche era gélida y diluviaba, pero ellos aun así reían parecían vivir su propio cuento....









A ti, por ese cuento,
por nuestro cuento,
por que lo vivamos al fin