05 abril 2010

Remendando heridas

Y de nuevo esta melodía infinita de círculos concéntricos que llevan a ninguna parte.

¿No he recorrido yo antes este camino? ¿No pasé alguna vez por el mismo lugar? Quizá.. o a lo mejor son ciudades distintas con un mismo trazado, bromas pesadas de la cartografía vital que te confunden de calle para ir a encontrar siempre el mismo absurdo callejón sin salida y a darse de bruces contra el muro que lo cierra, para acabar por millonésima vez llena de magulladuras.




He reconstruido mi ser tantas veces que tengo miedo de que sea como cuando un jarrón roto se pega con pegamento; quedará como nuevo si se hace bien, pero seguirá teniendo las roturas. Es verdad que estarán selladas, pero al fin y al cabo son cicatrices de un golpe, dejan secuelas, zonas endurecidas, desgastadas, marcadas... Zonas que ya no volverán a ser como antes. ¿Y si me ocurre lo mismo? ¿Y si a base de tanto golpearme acabo por ser un nudo cicatrizado? ¿Y si con el tiempo me agrieto y me hago arena?



Es duro, es muy duro buscar una vez más la fuerza para remendar las piezas de lo que queda de uno, pero quizá tenga la suerte de no volverme una completa cicatriz insensible e inservible y vea la luz que me corresponde, porque yo también tengo ese derecho y lucharé por ello.