31 enero 2016

Cumpliendo años



Es curioso cómo cuando era pequeña no quería pasar de los 14 años, pensaba que era la mejor edad que se puede tener y sin embargo ahora, con los ojos puestos en todo lo que he vivido desde esos 14 años hasta el momento en que he cumplido 36 me doy cuenta de que ahora es cuando estoy en mi mejor momento.
Hoy soy una mujer con las ideas claras, con la cabeza en su sitio, rodeada de personas que ciertamente merecen la pena. Por lo tanto no quiero tener 14, ni 25, ni si quiera 30, no, lo que quiero es vivir mis 36 como la persona en la que me he convertido gracias a las vivencias y personas que han intervenido en mi vida; ni si quiera diré que pasaron para bien y para mal, en absoluto, ya que todo eso es lo que me ha hecho ser quien soy con sus buenos momentos y con los malos, por lo tanto considero que todo ha sido para bien y seguirá siéndolo porque me hará crecer.

A todas estas personas, a quienes formaron parte de mi vida y me hicieron tropezar, darles las gracias. Sé que es difícil comprender que estar agradecido con aquellos que te han hecho dudar de ti, de tus capacidades, de tu importancia como persona hasta dejarte sin autoestima, sea algo coherente; pero la realidad es que sin todo eso no habría llegado a caer y enfrentarme a mi principal problema (que siempre he sido yo misma). Por lo tanto gracias, porque si no caes no puedes saber que necesitas levantarte.

Obviamente el mayor agradecimiento no es para quien me hizo daño, si no a quienes me acompañaron mientras aprendía a levantarme y caminar de nuevo. Fuera de toda órbita esta mi familia, está más que claro que pese a todo, nunca fallan. Sin embargo aquellos que no son familia, son quienes en momentos de desastre personal se descubren y demuestran la calidad personal de cada uno, cosa que es una maravilla porque aprendes a poner a cada cual en “el escalón” que les corresponde y así no confundir conceptos.
Por supuesto además de descubrir a aquellos que no dan la talla como amigos, descubres a los que sí (en ambos casos siempre hay sorpresas) y es de lo mejor que me ha ocurrido en este último año. Darme cuenta que tengo amigos de toda la vida que ya sólo son meros conocidos o ya ni eso, otros que han pasado a ser parte de mi familia y lo mejor de todo es conocer a los nuevos, a los que en un mal momento más que dar la talla lo han dado todo.

Resumiendo, mis 35 fueron un año de gran aprendizaje, en el que he conocido y reconocido a mi entorno, en el que he convertido amigos en conocidos y viceversa, en el que ir a trabajar ha dejado de ser un trabajo, he crecido, he madurado, he aprendido a sonreír, a darlo todo sin miedo y a pedir lo que me merezco (sabiendo que merezco lo mejor) a tener las puertas abiertas a lo nuevo y a cerrarlas cuando no me interese lo que me ofrecen, por lo tanto he sembrado la semilla para que mis 36 sean estupendos, que venga lo que tenga que venir porque me siento grande, querida por mi familia, mis amigos, mis compañeras y ahora amigas, y porque sé que el mundo me sonreirá tanto como yo le sonría a él.

Por lo tanto este año seré lo más feliz que sepa y procuraré compartirlo con quien esté a mi lado, porque me lo he ganado, porque soy más joven de lo que nunca seré y porque no hay mejor momento que el ahora.